Estos son los 2 grandes riesgos para la unidad de la comunidad cristiana, según el Papa
El Papa Francisco advirtió, durante la Misa celebrada en la Casa Santa Marta este lunes 5 de noviembre, que “la rivalidad y la vanagloria” son los 2 principales peligros que amenazan la unidad de la comunidad cristiana.
De esos comportamientos nacen actitudes tan dañinas como el hablar a espaldas de los demás, “los chismes” a los que el Santo Padre se refiere con frecuencia. “Hay mucha gente que siente que no puede crecer, y para situarse por encima de los demás, los desprecia por medio de los chismes”.
“Es un modo de destruir a la persona que surge de la rivalidad”, señaló. En este sentido, recordó que San Pablo, en su carta a los Filipenses, dice que en la comunidad no puede haber espacio para las rivalidades.
Francisco explicó que “la rivalidad es una lucha para acabar con el otro. La rivalidad es algo negativo que puede producirse de forma abierta, directa, o con guante blanco, pero siempre destruya al otro para alzarse uno mismo”.
“Es como si, para ser más virtuoso, más bueno, disminuyo al otro, así permanezco siempre por encima. La rivalidad es el camino de este actuar por interés”, aseguró.
Si la rivalidad es así de destructiva para la comunidad cristiana, no lo es menos la vanagloria, destacó el Obispo de Roma. Al igual que la rivalidad, “la vanagloria destruye la comunidad, destruye la familia. Pensad, por ejemplo, en la rivalidad entre hermanos por la herencia del padre. Es algo que se produce todos los días. Pensad en la vanagloria, en aquellos que presumen de ser mejores que los demás…”.
Por el contrario, explicó el Papa, el cristiano debe seguir el ejemplo del Hijo de Dios, es decir, frente a la rivalidad y la vanagloria, debe “cultivar la gratuidad”. Esa expresión, cultivar la gratuidad, quiere decir hacer el bien si preocuparse de si los demás hacen lo mismo. De esa manera, mediante pequeños gestos, se construye la paz, se siembra unidad, se avanza por el camino de la concordia.
“Cuando leemos las noticias sobre la guerra, o sobre la hambruna en Yemen que afecta a los niños y que fruto de esas guerras…, pensamos: ‘están lejos, pero pobres niños’. Y sin embargo, ¿por qué no tienen para comer?”.
En cambio, esa misma guerra “la tenemos en casa, en nuestras instituciones, esa rivalidad, la guerra, comienza ahí. Y es precisamente ahí donde hay que hacer la paz: en la familia, en la parroquia, en las instituciones, en el lugar de trabajo, buscando siempre la unanimidad y la concordia y no por el interés propio”, concluyó el Papa.
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